Viaja en un colectivo un extraño que se olvida en los recuerdos de los demás. Baja su moneda a moneda en la máquina que escupe sin mirar el tiquet que marca, da el permiso para realizar su viaje.Mira al rededor escoje un lugar, observa el asiento, decide tomarlo. Acomada su instrumento, un bajo, se sienta, pasa su mochila. Se quita el sombrero y sueña con recojer algún día una pieda preciosa. Encontrarla entre las demás.El colectivo toma movimiento y la tarde se hace presente. Amor era una palabra de cuatro letras, odio era una palabra de cuatro letras. Antes tenían significado implísito y arrasador en su mente y en su alma, ahora eran sonidos de cuatro tiempos.Varias mujeres en el micro que pasea y da vueltas como un caracol ebrio, ocultandose entre las casas, bajo las nuves y el anaranjado día que termina, que muere y que vive en la noche, su transformación.Hipnoticas muchachas que danzan con el movimiento se hunden y arrastran en el mar de la música. Un anciano se pone de pie dando lugar a ser caballero como si importara piensa el muchacho. ALguna vez confié en el valor y el honor, pero nada importa al final del camino. Sólo recorrarlo a lo largo y a lo ancho buscando sabores y conocimiento.No importa si rezas, si eres bueno, si besas. No importa si piensas, si eres bueno, malvado o inteligente.Quién puede decirme que esto no es verdad al fin y al cabo sería tan mortal como yo.
Pero las sogas no sostienen, no hay clavos que me obligen a tener la cruz, a pagar tus pecados. Sabes bien que no tengo ninguno, que solo vivo. Recorro el camino que creo a cada paso que soy, erro pues aprendo.
Como cambia la persona en este cuento, el ánimo se ve forzado a cambiar sin que nada importe todo al mismo tiempo tiene la misma importancia nula o ninguna es más fácil decidir y realizar el movimiento.
Nos mece la vida, no durmamos pues solo es para disfrutar el movimiento.
De pronto, como si nada hubiese ocurrido despierta el sueño dormido en la vigilia, tras tanto tiempo corre con impecabilidad tras su victima. Creí ver a mi muerte corriendo hacia mi, piensa el joven que se dormita sin olvidar sus palabras arrojadas en manos de desconocidos que no oyen los pensamientos, ni ven si quiera sienten que puede ser esa extraña picazón que desean parar. Alguién eligió estar de acuerdo cuando le propusieron morir en un altar sagrado y prostituto. No creo que sea díos un pedazo de yeso, dijo un buen señor que no durmió.
Toma su instrumento, se pone la mochila en la espalda, se acomoda el sombrero en la cabeza y baja antes de dormir.
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